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Un banquete lunático

Crónica de un finde tucumano a puro rock: celebración de los 15 de Lunáticos Viajantes y un banquete con mucha humedark.

Por el Juancho Mazzeo @largavida.alrock.radio

Y todo empezó volviendo de ver a La Kermesse en Córdoba, “Leo, toca La Renga en Tucumán y hay un festival sábado y domingo, mirá la grilla”, y el Leo (o el Rolo para quienes disfrutamos de Cielofinal) empieza a leer “La Vuelta, Lo Peor, Nagual… recién me escribo con los pibes de La Vuelta porque hoy cumplen 9 años”. Y ahí nomás comenzamos los preparativos para el viaje. Una semana después, empiezo a buscar alojamiento y señamos una habitación en el Hotel Miami (muy noventoso todo, ja!) y a preparar el forcito para una nueva ruta.

Viernes 22 al mediodía llegan Cielito, Hebe y el Leo, con sahumerios y unos paquetes de incayuyo con un aroma que competía con el perfume de un auto que había sido lavado luego de varios meses. Acomodamos mochilas, heladerita, mate, cuerpos y arrancamos.

Antes de que la noche avance, ingresamos a San Miguel de Tucumán, por la 157 en la que pasamos por lugares que me llevan a mi infancia: Taco Ralo, Simoca y todos esos caminos hacia Concepción. Ingresamos al hotel y ya nos fuimos preparando para la primera noche tucumana: Traidores, No! y Potreros del Rock en el mítico bar José Cuervo, donde comenzamos a encontrarnos con amigues, con esa familia ampliada que el rock te regala. A pesar del calor y la humedark, la noche del viernes fue de muy buena música, con dos bandas que se ofrecen por completo en el escenario y que meten la mejor onda a pesar de algunos problemas con los instrumentos. Y nosotros disfrutamos un montón hasta que el cuerpo comenzó a pasar factura de un día y una semana muy intensa, y antes de transformarnos en zombies, nos volvimos a Miami.

El sábado amaneció con un sol increíble, con más humedad y un colorononón que pedía a gritos algo para hidratar los cuerpos. Nos fuimos hacia el Parque 9 de Julio donde Lunáticos Viajantes comenzaba a celebrar sus 15 años en la siesta del sábado 23 y que terminaría la noche del 24, bah, madrugada del 25 en realidad. Hermoso parque y un escenario enorme para dos grillas de bandas de diferentes provincias, con los bondis rengueros que comenzaban a copar el parque y prender un fueguito para la previa, un sector tipo patio de comidas y más rostros conocidos que, con una sonrisa cómplice, se fundían en abrazos de hermandad, sinónimo de reencuentro y de historias compartidas. Algo que jamás los madornis ni los pistarini van a comprender.

Una siesta increíble que comenzó con un dúo haciendo covers e invitando a mover las patas, luego de que desde la consola de sonido pasaran 25 veces los mismos temas. Luego subieron los locales de Trompo y sus Destajadores (alta banda que espero algún día volver a ver), un rock con mucha influencia platense. Siguieron mis amigos de La Vuelta, en la que el Leo (el Rolo) acompañó en unos temas desde la bata, que sonaron más que bien y que transpiraron la camiseta en los 40 minutos del set. La pregunta es ¿nuevo disco para cuándo? Después vino una banda jujeña de reagge, Cabarette, que escuché más de lo que ví, saben que no soy muy amante del reagge. A continuación, se presentó La Muerte del Sol, de Catamarca, una triple patada de hard rock en el pecho, ufff. Y no digo nada más, vayan a ver esa banda. Luego fue el turno de Qenqo, una banda que había escuchado en la matrix sin que me despertara nada, y que me dejó de cara, mal, en vivo. Qué bien que suenan, esa mezcla de folk/rock, como uun Arbolito más rockero, más power, y que hace que tengas muchas ganas de verlos en vivo en un recital propio. Siguió La Suerte del Principiante, banda de Catamarca con temas propios y varios covers, y la siesta tucumana cerró con el Ancho y Lo Peor del Mundo, una banda con grandes músicos que permiten divagar en melodías que van de la cumbia al tango, atravesados por el rock. Qué lindo que suenan en vivo. Con la voz del Ancho cerrando la tarde en el Parque 9 de Julio, nos volvimos al hotel, preparé la cámara, baterías, remera, anteojos y me fui para el Central Córdoba.

A las 7 y media me encontré con parte de la secta de les fotógrafes en la ventanilla de acreditaciones, y entre una marea de gente, murgas, banderas, humo de los choris y botellas cortadas con bebidas de diferentes tonos de negro, nos fuimos para el ingreso del estadio hablando de la vida misma y saludando a algunas caras conocidas de Largo Rojo, que siempre tienen la mejor con nosotros. El predio del club se fue colmando lentamente mientras se escuchaban y veían fuegos artificiales en los alrededores, y pasadas las 8 comenzó El Huracán, banda local que durante algo más de 40 minutos dejó todo en la cancha. Me gustó la propuesta, sonaron bien y disfrutamos de esa previa,

Diez de la noche, 200% de humedad, 45° de calor, un predio muy lleno y las luces que se apagan para que La Renga haga temblar todo Tucumán: Buena pipa, Tripa y corazón, A tu lado, Detonador de sueños, A la carga mi rocanrol, Buena ruta hermano, Motoralmaisangre, Corazón fugitivo, Parece un caso perdido, Ese lugar de ninguna parte, Cuándo vendrán, Bien alto, Embrolos, fatos y paquetes, En los brazos del sol, La banquina de algún lado, Balada del diablo y la muerte, En el baldío, El rastro de la conciencia, Lo frágil de la locura, Canibalismo galáctico, Para que yo pueda ver, Oportunidad oportuna, El juicio del ganso, un emotivo homenaje a Willy con A nadie le interesa si quedás atrás (Total qué…), El rey de la triste felicidad, El viento que todo empuja, El final es en donde partí, y 15 minutos de respiro antes de la arremetida final, El rebelde, Oscuro diamante, La razón que te demora, Hablando de la libertad.

Más de dos horas y media de rock, de un maldito rock, con un estadio saltando y cantando cada tema, una hermosa fiesta. Hay que seguir reconociendo el laburo detrás de escena con luces, sonido y escenografía, gran trabajo del Javi Quintana con el escenario que se potencia con la iluminación y un sonido arrollador. Tengo que admitir que antes de esos 15 minutos de respiro que se tomó la banda, me tuve que sentar en un costado porque no daba más de las patas. Y sí, los +45 pasan factura, algunos dirán “ya no sos igual, ya nos igual”, y lo reconozco, pero jamás seré un vigilante de la federal, ni un madorni, ni Pistarini, “Somos los negros, somos los grasas pero caretas no!!!”.

Nos reencontramos con Hebe, Cielo y Leo en las torres de sonido en medio de la cancha, para salir invitados por la seguridad del club que amablemente nos insistía, y buscar algo fresco para tomar y algo sólido para recuperar energía, mientras seguían apareciendo caras conocidas y los abrazos se multiplicaban.

Volvimos caminando lento por las avenidas tucumanas, una noche increíble, muy felices. Llegar al hotel, ducha y al sobre.

Domingo casi al mediodía, bajo a buscar agua para el mate y me encuentro con el Fachi de Viejas Locas, que estaba esperando al resto de la banda. Subo para descargar fotos y preparar todo el equipo porque el domingo prometía ser un gran día.

Salimos de paseo turístico: plaza central, Casa de Tucumán y empanadas. Panza llena, corazón contento, una siesta reparadora antes de volver al Parque 9 de Julio, para llegar y ver nuevamente a Potrero del Rock, gran trío que disfruto mucho de verlos en vivo por la fuerza que despliegan; escuché alguito de Harlem, otra banda local que me gustó y ya me sentaré a escuchar algo más; y a las 9 se presentó la gran Ana Boccomino y Seda Carmín, y fue un placer escucharla en vivo, su carisma, su manejo del escenario, y el dejar el alma en cada canción.

Ya con plantel completo en el Parque y el paño de sahumerios atendido por sus propios dueños, la noche del domingo fue testigo de la primera presentación de La Chancha Muda en suelo tucumano. Una nueva ceremonia, hermosa, con el corazón en la mano como la primera vez que los ví en el CR 23 y quedé de cara. Luego fue el turno de Nagual, con un invitado de lujo en los vientos, Sergio Colombo, y una banda que se potencia con la intervención justa de percusión y vientos. El año que viene voy a tratar de ir a ver a Nagual más seguido, es una deuda que tengo conmigo. El cierre de la celebración lunática estuvo a cargo de Fachi y Abel sosteniendo el legado de Viejas Locas, y suenan muy bien y te hacen un recorrido por los clásicos que a más de une hace piantar un lagrimón.

Nos volvimos con los últimos acordes de Viejas Locas en un lunes de madrugada, cerrando un finde glorioso, con mucho rock, reencuentros, abrazos, risas y muy muchas fotos para editar. Una ducha para quitar el calor y la transpiración, preparar la mochila y a descansar un par de horas.

A las 10 dejamos la habitación y nos fuimos a caminar un rato por el centro tucumano, los reyes de los sahumerios tenían que llevar algunos pedidos y Cielito necesitaba volver a alimentar palomas. Con un cielo nublado retomamos la 157 después de la una de la tarde, con el estéreo en modo mantra con la voz del Indio, una especie de ritual en cada regreso a casa.

Llegamos al noroeste cordobés para disfrutar de un atardecer que anunciaba lluvias en toda la semana y que de madrugada ya había cargado los ríos serranos, sabiendo que el banquete termina cuando nos abrazamos con nuestros perros en casa.

Gracias Tucumán, provincia de mi infancia, parte de mi sangre, mis raíces, mi forma de andar.

Pd: gracias Lunáticos Viajantes por la celebración que ofrecieron, ya nos volveremos a encontrar.

Pd 2: gracias a Prensa de La Renga por permitir que medios comunitarios y autogestivos podamos cubrir el banquete.