Baradero y un nuevo 25 de mayo sudaka
Por el Juancho Mazzeo
@largavida.alrock.radio
Para los tiempos violentos que vivimos, la convocatoria sudaka del 25 de mayo fue más que celebrada.
En las semanas previas las redes sociales replicaban fotos y frases anticipando lo que iba a ser un día de reencuentro, de resistencia y festejos, con diferentes puntos de convocatorias para pasar el día junto a un brazo del río Paraná y ocupar la ciudad de Baradero, ya acostumbrada al público del rock.
A pesar de los días previos con frío y nublados, el sol del 25 asomó con fuerza el sábado por la mañana, dando lugar a lo que en el barrio diríamos “ahhh pero que día peronista”, y sí, ¡peronista y gardeliano!
Luego de una siesta necesaria (ya soy una persona mayor cuyo cuerpo demanda descansar) salimos a la pista nuevamente desde la República de Pavón hacia la Autopista para recorrer los casi 120 km hasta el Anfiteatro Municipal Pedro Carossi. En el camino llevamos a un chango que estaba haciendo dedo en un puente olvidado, así que la charla sobre la vida misma permitió que el tiempo pase más fluido y casi sin darnos cuenta, estábamos bajando por el puente desde la autopista hacia la rotonda de ingreso a la ciudad.
Bajamos por la calle de adoquines hasta la rotonda de la costanera y ahí anclamos la nave justo cuando terminaba la prueba de sonido, para empezar a patear y reencontrarnos con caras conocidas, trapos y humo por diferentes rincones. A la primera que encontré fue a la Sonia, gran artesana del rocanrol, y luego a las pibas de “Un paso atrás” muraleando y preparando olla popular, y luego muchos trapos que foteamos en otros recitales, y personajes que alegran las calles con sus canciones, chistes e invitaciones a compartir bebidas de diferentes colores y sabores.
Con la caída del sol me fui a retirar la acreditación y encaré para el ingreso del anfi, con las calles calientes ya colmadas de tribus de diferentes puntos del país. De a poco el predio se fue llenando y, nuevamente, comenzar a ver esa hermosa imagen de familias compartiendo un recital, imagen que quiero seguir destacando porque el rock ES una forma de vida, y una forma muy hermosa.
Cerca de las 9 y media se apagaron las luces y los acordes arrabaleros dieron inicio a la presentación de Los Gardelitos: la intro de El Dragón presentando a la banda y ese gran set de cuerdas, para salir con los tapones de punta Envuelto en llamas, La ciudad que se oculta, Volveré en tus ojos, Amando a mi guitarra, Lo que vendrá, Dueños del poder, Un taxi, Cobarde para amar, Pájaro y campana, Caras de limón, El reloj, Una roca en el humo, Al pié de la letra, Buen día, nena, Nadie cree en mi canción, No puedo parar mi moto, Viejo y querido rocanrol, Los Querandíes, Calles calientes, Gardeliando, Sortilegio de arrabal, Puño y letra, Comandante Marcos, Anabel y Mezclas raras.
Más de dos horas y media de una gran presentación que incluyó un corte de sonido al principio, pareja de tango, arpa, acordeón, pedal Steel y una gran orquesta de cuerdas, para un anfiteatro con casi 10 mil almas cantando cada canción, acompañando con cantos políticos y disfrutando de un gran momento de la banda que suena muy pero muy bien.
Insisto en que hay recitales que son necesarios en determinados contextos sociales y económicos. Este recital era necesario. En tiempos violentos, el arte es refugio, resistencia y utopía, y Los Gardeles aportan esa cuota necesaria de resistir desde el amor. Porque nada bueno se construye desde el odio.
El regreso siempre es sonriendo ante el recorrido de imágenes que me dejó un nuevo día, un nuevo recital. Viajo y celebro el encuentro vivido, y siempre hay alguna canción de PR que me invade el pensamiento y me permite hacer una síntesis “cuando la noche es más oscura…”.
Nos vemos la próxima, en las calles, como siempre.
Pd: mientras escribo la crónica me entero del fallecimiento de Norita, la madre de todas las batallas, “Tu nombre es esa llama que flamea en mi bandera”…