Crónica de una gran noche en el paso de Las Pastillas por los llanos riojanos – 02/11/24
Por el Juancho Mazzeo /// @largavida.alrock.radio
El forcito salió a las rutas nuevamente, esta vez para volver a recorrer los 300 km que separan Cruz del Eje de La Rioja capital, por la 38 en una mañanita de sábado nublado, ideal para mates y viaje. Y ahí fuimos con mi amiga Rita.
Hace como un mes que me llegó el mensaje “mirá negro, ya tengo la entrada para el 2, no me vas a fallar”. Mi respuesta “never nunca!”. Es que tenía agendado este recital porque quería volver a ver a Las Pastillas del Abuelo en un espacio y ambiente más tranqui y amable, como lo es La Rioja. Si bien ya confesé que no es una de mis bandas favoritas, las últimas presentaciones en los CR, me despertó cierta curiosidad por esta banda al punto de necesitar ver y estar en un show, de poder escuchar las canciones y ver qué sentires me despertaba. Una cosa es el CR, u otro festival, donde tu corazón anda en otra, por ahí abierto a nuevas bandas, por mementos esperando a “esa” banda y de a ratos enamorándose de forma hermosamente precoz. Pero ir a ver a una banda, ese es otro mambo.
Así que ahí fuimos, mates, criollos, música y un clima nublado e ideal para la ruta. Algunes amigues se subieron y bajaron de la invitación, otres me respondieron historias por las redes “eh, cómo no me invitaste”. Creo que necesito “comiuniti manayer” para difundir que hago en la radio Central Ferroviaria el único programa de rock del noroeste de Córdoba y que cubro casi todos los recitales de rock, y que intento hacer fotos de esos encuentros y que si hay que comer picadillo y fideos para poder juntar una moneda y viajar, lo hago, como aprendí a hacerlo desde hace 30 años.
Pasando las 12 llegamos a la rotonda donde está una enorme y hermosa estatua de El Chacho Peñaloza, en la circunvalación o “baipass” riojano, encaramos por la vieja ruta 38, carnicería amiga, la Vane y su hijito nos esperaban para hacer las compras y arrancamos con alto asado y Santa Julia.
Con un atardecer de lloviznas y montañas escondidas entre nubes, salimos para el boliche de MyM, un muy buen salón con un escenario que permite ver desde todos lados a toda la banda y una acústica que ayuda mucho a los sonidistas en su trabajo de hacer que la banda suene como tiene que sonar.
A las 9 entramos, mi amiga se compró una remera, unos calcos, una birra y la ansierdark fue en aumento. Mientras se iba llenando el espacio, hablé unas palabras con Luis Silva, el productor local que está apostando para que La Rioja se transforme en un punto de refencia para las bandas de rock nacional, en una entrevista que va a salir en éstos días, empecé a ver algunas caras conocidas locales, llegaron los pibes de la bandera que dice “La Rioja” y ya estábamos listos para rockear.
A las 10 y media se apagaron las luces y se escucharon los primeros acordes: Rocanrol n’ n’ n’, Absolutismos, El negro, La creatividad, ¿Dónde esconder tantas manos?, ¿Me juego el corazón?, Rompecabezas de amor, Sabina y Piazzola (La rosarina), Interpretación, ¿Qué es Dios?, Desde la postura, Cambios de tiempo!, Ama a quien llora por ti, El favor, Tantas escaleras, Amar y envejecer, Enano, ¿Que hago yo esperando un puto as?, Otra vuelta de tuerca, Ojos de dragón!, Loco por volverla a ver y Viejo karma!.
Dos horas de un gran concierto, impecable, una banda que suena muy bien, con un tecladista como el Ale Mondelo que aporta unos detalles en vivo, uffff, qué toque distinto que le aporta. Más allá de lo bien que quedan los vientos, el sábado quedé cautivo del teclado. Gran apuesta por lo visual con una pantalla donde el arte visual combina con lo musical y la iluminación. Quedé muy feliz con la puesta en escena de Las Pastillas y lo disfruté mucho más que en el escenario del CR, porque para quienes tenemos algunas décadas y recitales, el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos chotos u odiosos que nos molesta caminar por un estadio o un predio lleno hasta el traste, y empezamos a vivir lindas experiencias en lugares más chicos, con un público con la cantidad justa de fisuras y sin tener que estar cuidándome de que me toquen buscando una billetera crocante de seca pero donde tengo un carnet viejo del querido Ñuls como reliquia de mayor valor.
Aunque también es esa nostalgia de recordar mis primeros recitales y seguir bandas del under que luego se hicieron masivas y poder encontrarme con lindos personajes en un abrazo o un vino, y reir y celebrar lo hermoso que tiene el rock, las amistades que se construyen en el camino.
Celebro a La Rioja y al Negro Silva que le pone el alma para ofrecer estos recitales y hacer de los llanos riojanos una parada obligada para el rock nacional.
Nos vemos la próxima, en el pogo o en los límites del pogo porque a veces me agarra dolor de ciática.