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Estoy atado a tus diabluras

Crónica de LFDAA en Baradero, 07 de diciembre

por el Juancho Mazzeo @largavida.alrock.radio

Nueve de la noche de un sábado fresco a orillas del Paraná, sigue sonando buen rock de fondo mientras las tribus copan el predio bendecido para una nueva ceremonia pagana. Una fila de personas llegan hasta el extremo izquierdo del escenario (mirando al escenariop, del lado del corazón) cargando un trapo enorme. Lo van desplegando. Es el trapo de Ciudad evita. Tengo una foto de ese trapo en Jesús María sobre la tribuna de la izquierda, pero no logro encontrar el chat de a quién se la envié. Me pongo a hablar con uno, Fabián me dice que se llama, y se acuerda de mí y me empieza a contar una historia que me involucra. Bah, en realidad involucra a las fotografías que busco realizar en cada previa, que para mí es una forma de regalar algo que nunca tuve en mis primeros recitales, esa postal que me lleve a “ese” lugar y me permita disparar los más hermosos recuerdos. Fabián me cuenta que su compañera le dice algo parecido en Jesús María, que a ella le encanta que hagamos fotos de la previa, de inmortalizar esos recuerdos, y que se emocionan y le pide que se casen: “Por una charla sobre vos y las fotografías, le pedí matrimonio”. Y nos damos un abrazo, un hermoso abrazo con lágrimas en el medio. Sí, somos eso, somos esa hermandad que nace de compartir una misa, una ceremonia, un banquete, un ritual. Somos esa tribu que te rescata en las peores y brinda con las copas más hermosas que tengamos. Fabián sigue con su historia de amor con Naty, y de la alianza que perdieron por querer que les saque una foto en medio del recital y un pogo que hizo temblar todo, y la alianza voló al carajo. Nos despedimos y le hago una foto que salió quemada por el flash, mientras seguimos esperando el recital.

Ya con esa historia se potencian un montón de frases de PR y del Indio por mi cabeza.

El forcito me lleva nuevamente a Baradero y encaro para el Tiro Federal, allá contra el Paraná, a encontrarme con amigues que hace rato no abrazo. Ahí lo encontré al Gastón y la tropa de Lobo Tour, a la tribu de Maria Juana, y a la profe de pilates de Moreno, la Pau con la sobri y una amiga. Unas fotos sobre la costa y más trapos de todos los rincones del país, y me fui para el lado del predio, a saludar a otres personajes: la gente de Las Catonas (Yami y Hernán) y de San Nicolás (la Gachi y su tropa). De yapa, abrazarlo al Javi de Oktubre y la banda cordobesa.

A las 5 de la tarde ya había como 3 cuadras de fila para ingresar sobre la 41, donde estaba la casilla de la boletería en la que Nacho Ortuña nos iba acreditando y donde nos fuimos encontrando la secta de les fotógrafes, hermosos personajes que éste camino va presentando, como Jorge (@jorge.ph82), Elvio (@rockografo.ok), Leo Olivo (@leandro.olivo).

A las 6 y media habilitaron el ingreso y allá fuimos, a recorrer calles de tierra e ingresar de frente al escenario: dos torres de sonido con pantallas, la carpa de sonido en el medio y a la izquierda, contra el paredón del galpón que alguna vez quiso ser una fábrica de algo que nunca fue, los puestos de comida y bebidas. Y mientras tanto, el sol se muere, y no parece importarnos… pero mi ansiedark comenzaba a aumentar, casi de la misma forma que mi felicidad. Un recorrido por el predio para ver desde dónde hacer algunas fotos del escenario, hacer algunas imágenes del mural que hizo el Javi Quintana en uno de los ingresos y que era como la estación pagana del vía crucis que hay en esa calle, y seguir encontrando a gente amigo (María y Oliverio) y disfrutar de observar como se iba colmando todo, mientras coordinábamos cuestiones logísticas con Nacho para ingresar al vallado a hacer fotos.

Sospecho que una parte del paraíso es ver el ingreso de las banderas flameando, los rostros de felicidad, familias ricoteras compartiendo amor, pasión, un viaje de ida en el rock. Porque una vez que empezas a viajar a los recitales, es muy difícil encontrar un momento de encuentro con otres que provoque tanta felicidad y amor, y risas y abrazos.

Trataba de disimular la aceleración del corazón (no, no es taquicardia) cuando la música ambiente se fue apagando, al igual que las luces, para dar lugar esos sonidos chamánicos y el “Damas y Caballeros…” y de ahí en más… uffff… no voy a encontrar palabra o palabras para describir mi estado de ánimo: Barbazul vs. el amor letal, Fuegos de octubre, El charro chino, ¿Por qué será que Dios no me quiere?, Esa estrella era mi lujo, ¡Me matan limón!, La pequeña mamba, Submarino soluble, El infierno está encantador esta noche, Un pacman en el Savoy, Nueva Roma, Una rata muerta entre los geranios, Beemedobleve, Criminal Mambo, Había una vez…, El que la seca la llena (la voz de Pablo anunciando “paramos 5 minutitos…”), y luego volver con: Veneno paciente, Pinturas de guerra, Mi perro dinamita, El pibe de los astilleros, Un ángel para tu soledad, Torito es muerto, Amnesia, Flight 956, Sheriff, Maldición, va a ser un día hermoso, Nadie es perfecto / Ñam fri fruli fali fru, Porco Rex, Juguetes perdidos, Mi genio amor, Mariposa Pontiac / Rock del país, Jijiji.

Casi dos horas cuarenta de una gran puesta en escena, con un sonido perfecto, luces, pantallas, el todo potenciando las partes. Esos detalles que hacen que la banda ofrezca lo mejor en cada presentación y que más de 40 mil almas podamos disfrutar de un nuevo concierto de LFDAA, y esa invocación a PR que sobrevuela a la muchedumbre y que es imposible de explicar (ya lo dije en otras crónicas: se me dificulta un montón dar cuenta lo que te pasa en el cuerpo, alma y corazón cuando se invoca a PR, es que es algo que se vive, no se explica). Hay fecha y lugar de la próxima ceremonia pagana, el 5 de abril volvemos a cruzar el charco y voy a tener que festejar mi cumple en la banda oriental. Allí iremos, cantando…

Nos mirábamos con el Jorge y los negros teníamos la sonrisa de oreja a oreja, y los rostros de disfrute a nuestro alrededor, y los puños en alto…

Salimos arrastrando las patas, renegando con los cobanis (en cualquier lugar son iguales) que bloquearon una salida e hicieron un embudo con una de las salidas, provocando que, ante la falta de sentido común que suelen tener las fuerzas de seguridad, aparezcan esos lazos de hermandad que hacen que nos vayamos cuidando y acompañando entre la tribu, hasta llegar al pavimento de la 41, en una procesión donde se respiraba felicidad y la complicidad de haber asistido a una gran ceremonia, necesaria en estos tiempos violentos. Nos despedimos con el Jorge para intentar salir antes que el acceso a la autopista colapse “buena ruta hermano, cuídate y avisá cuando llegués”.

En la salida pasaron un par de “colapinto”, esos nenes de oro que se creen con superpoderes, que por suerte son los menos, y subir a la autopista para volver a Pavón, con la voz de Indio acompañando la casi hora y media de viaje. Volví recordando la historia de Fabián y Nati, y el poder de las imágenes, en un mundo tan mediatizado, tan efímero, el poder que sigue teniendo una foto que te lleva a un recuerdo, y de ahí te dispara sensaciones impredecibles, y es tan encantador poder prevalecer provocando esa capacidad de asombro en un mundo tan hiperestimulado en lo visual y en lo sonoro. Que una imagen o una canción te siga conmoviendo, hoy eso es un montón, y lo celebro. Y te celebro Indio, gracias, siemPRe.

Nos vemos la próxima, ahí, en el abrazo atravesado por un rocanrol.

Pd: gracias Luz Espeche y a la producción por permitir que medios autogestivos y comunitarios podamos cubrir y contar la celebración que ofrecen LFDAA.

Pd 2: gracias a LFDAA por los conciertos que comparten con tanto amor y respeto.